domingo, 26 de septiembre de 2010

Lo dicho...

Ni más palabras, ni menos respuestas

Toda una vida me ha llevado a decidir,
lo significante y más que relevante en la ilusión;
meritoria de esfuerzo no siempre recompensado
y menos accidentado; para no desperdiciarlo,
de lo que yo ya había alcanzado.

No quiero dejar de lado, ni mirar otro apartado.
No es justo existir sin sentir lo que te prometí.
Es necesaria una prioridad al vagar,
pensar en lo que caí y saber que por más que perecí,
creció mi alma y aprendió a decir que sí.

Por más que escriba historias y cuentos inacabados,
la realidad atropella cada bella frase expuesta
y quiere que reaccione, que sea yo, en el pasado,
y antes de decidir, sin esperar batallas resueltas,
recuperar el sentimiento y el gozo que hubo antaño.

Ni más paciencia, ni menos complicidad
Obvié lo que me dabas y ya no sirve buscarlo.
Eres y fuiste el impulso de estar aquí,
Más que un ángel en mi razón
Increíble como hermana, de corazón.

Mi pequeño gran motivo al ser feliz,
Aunque no te supe resaltar
Restaste lo malo que hubo cerca de mi
Todo mi mundo fuiste y sólo te tuve a ti
Ahora sólo me queda darte las gracias.

Escribí cómo me sentía aquella noche,
pero en lugar de llorar y temer desesperada,
maldije al destino por huir,
quise morir y despertar junto a ti,
y no supe más que romper mi alma con súplicas que recibí.

Echo de menos las frases, sueños y proyectos.
Noches de complicidad
y vida en nuestros ojos,
que hoy empañan malos recuerdos,
devastando toda tregua y esperanza por confiar.

Es difícil, ni lo sé relatar.
Qué cabe sentir cuando dejé atrás la oportunidad.
No queda más que la permanente espera,
y que la vida sea como nos quiera tratar.