lunes, 14 de septiembre de 2009

Te lo confío

Pared de personalidad

Como un niño sin sus sueños,
vaga sin tener un fin,
busca un gesto agradecido,
o que la dejen dormir.
Sin trayecto ni destino,
quiere ser quien nunca es,
pero tarde llega el dueño
de los besos sin querer.

Llegó, un día, a sus oídos,
el lamento de algo inerte,
muestra triste e inexistente,
de lo que llamaban suerte.
Nunca supo nada de ella
hasta el día de su muerte,
en el funeral más lúgubre
celebrado por quererle.

Quiere ver fuera de allí,
encerrarse sólo en muros
que ella pueda derruir.
Sentirse viva y que la dejen vivir,
apartada de las sombras
que hoy le cubren los sentidos,
abatiendo los motivos
que la hacen ser feliz.

Mientras, va llorando a oscuras,
y que no haya rendición,
huye de este mundo,
y se induce en la ilusión;
para no mostrar a nadie
que se cumple la ecuación:
donde todo el mundo sueña,
ella ruega comprensión.

No reclama la atención,
ni espera bellas palabras,
pues he reflejado un hecho
que no quiere confianzas.
Sin abrazos ni canciones,
despido mi postulado
que tratando de ultimarse,
ni siquiera ha comenzado.